martes, 22 de abril de 2014

Lecturas


Hace algún tiempo una grave lesión de espalda me obligó a pasar una larga temporada ingresado en el hospital. Al principio, recibía muchas visitas de familiares y amigos pero, a medida que mi estancia se prolongaba y no me concedían el alta, el número de interesados en mi estado de salud empezó a escasear y, finalmente, despareció por completo. Pasaba los días solo, tumbado en aquella cama. Apenas podía moverme a causa del dolor. Compartía habitación con un hombre de mi edad que se encontraba peor que yo, aunque no se quejaba. Para soportar los fuertes dolores se hallaba casi siempre sedado, por lo que dormía, no hacía otra cosa que dormir, mientras a mí me asfixiaba el aire condensado entre esas blancas paredes.

sábado, 19 de abril de 2014

'Rebobina': ¡Duodécima entrega!


12
En casa de Bepo (y II). Material grabado.
Verano de 2013.

No, déjelo. No necesito que me diga nada más. El sagaz Bepo ya tiene información suficiente para rellenar los huecos de su historia. Con los ojos cerrados puedo vislumbrar sus próximos pasos y también percibo sus errores, tanto los pasados como los futuros... La historia al completo resulta un desbarajuste. La canción perdida de un artista, el mejor, tristemente muerto y un imbécil. Así podría resumirse toda la cuestión. Esos son los parámetros de la ecuación. Porque Águila no es más que un zote, un botarate, un incompetente, un atolondrado insecto, un arlequín asilvestrado, un gigantesco mamón con tendencia a la pedantería, una mierda con ínfulas de perfume… Y podría seguir. Pero por muchos calificativos que le dedicase al gafotas de Juan no cambiaría el hecho de que se quedó con usted.

jueves, 17 de abril de 2014

Trazas


Trazas líneas de carboncillo. Al principio, inconexas o muy crípticas, ya luego empiezan a cobrar forma y puedo intuir curvas y espacios angulosos, y aquello se parece a un frondoso árbol, lo otro me hace pensar en una pareja; sí, una pareja, ella y él sentados junto al curso de un río o arroyo que serpentea y se pierde entre requiebros lejanos. La ruta brota de tu grácil mano. Yo recorro un brazo bronceado. Miro tus ojos, que miran algo entornados, tan concentrados que parecen ver más allá del papel y diría que hasta leen la parte de atrás del mismo, el envés de la hoja.

Mientras dibujas la lengua te asoma entre los labios en un gesto bobo, conformando una mueca de entrañable determinación, como cuando una niña se esfuerza mucho en una tarea, y eso me permite observar tu yo pretérito, aquel que jamás conocí pero que ahora adivino. Algunos tics nos retrotraen largo tiempo atrás.

Absorto, imagino que los dos estamos hechos de carboncillo y que no sólo lo que esbozas en la blanca realidad del papel se nos parece, sino que realmente somos nosotros los protagonistas de tu boceto, que habitamos allí dentro, junto al río o arroyo, atrapados en límites bidimensionales. Y sé que a ti no te importa nada de lo que comento. Y sé que me ignoras porque prefieres continuar pintando. Pero es que tus movimientos resultan cada vez más feroces y guías una mano que se esmera en perfilar los detalles que tus hermosos ojos anticipan, o eso quiero pensar yo, que me acurruco a tu lado mientras cierro los míos.

Llegan con nitidez a mis oídos los golpecitos del lápiz contra la lámina. Es el ruido que siempre haces cuando trazas tus difusos fantasmas de carboncillo, esas siluetas condenadas a la invisibilidad y al olvido, la más cruel de las pérdidas. Me temo que lentamente tus dibujos, al igual que nosotros, se irán borrando. Aventuro que terminarán por desvanecerse, que se convertirán en corpórea nada. No te aflijas, aún queda mucho. Y lo sé porque, acurrucado a tu vera, con los ojos cerrados, siento y oigo como trazas sobre la celulosa, veo todo aquello que no ves, y también percibo, a mi nariz llegan, las trazas de tu perfume, quizá lo único verdaderamente imborrable.

domingo, 13 de abril de 2014

Cloro


Motas de cloro limpian el agua. Sobre azul finges dormir. Anoche adiviné finales, aunque ya no te apetezca saberlos. Hace tiempo que dejaste de creer en el ayer. Flotas sin fe a la deriva mientras tu pelo se derrama como una medusa inmune al cloro. Ni tan siquiera este sol de justicia llega a herirte. Confiesas que a menudo sueñas que sueñas y que esos sueños son partículas de cloro que se diluyen en invisible transparencia. Pero no atiendes a esos grumos de tiempo que se adhieren a tus yemas cada vez que acumulas los segundos y las horas extinguidos en otros lugares. Dentro de la piscina tus hipnóticos movimientos se deshojan como un lento baile y la tela rosa acaricia tu suave piel, y yo percibo el intenso olor a cloro. Ahora me miras mirarte. No veo nada más que cloro en el blanco enrojecido de tus grandes ojos. Descubro cloro entre la nata que son tus dientes. Si te diese un último mordisco, pienso de repente, mi boca se llenaría de cloro y, al igual que el agua, yo también me limpiaría. Pero nunca te alcanzo y tú no dejas de flotar sobre azul, mientras finges dormir y tu pelo se tiñe de blanco a causa del cloro.

viernes, 11 de abril de 2014

El salvaje Este


—¿Es tu primer día?
—Se nota mucho…
—Los lunes empezamos con retraso. Los miércoles, a esta hora, Ian ya anda por aquí. Los martes no lo sé… Pero siempre cuesta arrancar la semana y todos llegan tarde.
—He sido demasiado puntual… ¿Sois muchos?
—Álvaro, Nacho y yo. Tres en total más Ian, aunque Nacho se deja ver muy poco… Por cierto, soy Juan.
—Lucía, encantada.
—Lo mismo digo, ¿has subido de nivel o te acabas de matricular?
—El curso que viene me voy de Erasmus a Japón y querría prepararme el C1; allí las clases son en inglés. Pero no sé si tendré el nivel. Hoy vengo de prueba, a ver qué tal. Estoy un poco nerviosa.
—Seguro que te va genial. El ambiente aquí es muy bueno… Tengo un amigo que estuvo de beca seis meses en Japón.
—¿Tokio?
—Yokohama.
—Yo voy a Tokio. Me han hablado bien de Yokohama, aunque queda retirado de la capital.
—Me dijo él que a una hora de Tokio en tren. Se llama Jaime, tal vez lo conoces. Estudia japonés en la Fundación.
—No me suena. Pensaba que sería de mi carrera.
—¿Qué carrera?
—Grado de estudios en Asia oriental. Lleva poco tiempo en Málaga. Soy de la primera promoción. Espero graduarme el próximo año.
—No sabía que podía estudiarse aquí.
—¿Y tú qué estudias?
—Hice Periodismo.
—No te lo vas a creer, pero estuve a punto de matricularme… ¿Y trabajas?
—Colaboro en un periódico. Y profesionalmente el grado en Asia oriental supongo que te obliga a irte fuera sí o sí.
—Me encantaría, aunque los permisos de residencia permanente son muy difíciles de conseguir.
—Ojalá tengas suerte y ojalá también te vea a menudo por aquí.
—Sí, espero poder quedarme.
—Sabes… Podíamos tomar algo después de clase.
—Lo siento, he quedado.
—No lo decía por hoy sino para otro día que te venga mejor…
—Eh… Tengo novio.
—Y yo. Quiero decir que tengo novia, ya me entiendes.
—Ya…
—A lo que me refería era a ir toda la clase junta y tomar unas cervezas. La semana pasada lo hablaba con Álvaro, le decía que teníamos que organizar una quedada…
—Perdona… ¿Ese tipo tan alto es Ian?
—Sí, ya empezamos la clase. 

martes, 8 de abril de 2014

Nieve


Al igual que le ocurría a Gregorio Samsa en ‘La metamorfosis’ de Kafka, John Blan despertó una mañana convertido en otro. Cierto que su cuerpo no presentaba un abdomen abultado ni ante sus ojos bailaba la repugnante imagen de numerosas y enclenques patas oscuras temblequeando; es más, John, a diferencia de Gregorio, pudo levantarse de la cama sin que esto le supusiese un gran esfuerzo pero, cuando llegó al baño y se lavó la cara en el lavabo, vio que al otro lado del espejo su rostro se hallaba coronado por una mata de pelo blanco, blanquísimo. No eran unas pocas canas surgidas en la noche, no eran tampoco unos improbables mechones nacarados provocados tal vez por el terror exudado en algún mal sueño, dicen que el pánico puede alterar la pigmentación del cabello; nada de eso, se trataba en su caso de una auténtica sublimación cromática por la que el pelo de John, castaño en la víspera, así se lo había asegurado su reflejo en el mismo espejo la noche anterior justo antes de ir a la cama, se había teñido de un blanco albino, y su cabeza ahora parecía un gigantesco copo de nieve.

sábado, 5 de abril de 2014

'Rebobina': ¡Undécima entrega!


11
Fragmentos de ‘El vuelo del águila, autobiografía novelada de Juan Águila’.
Manuscrito pendiente de publicación.

Fue un auténtico alivio volver a ver las líneas blancas de la carretera, iluminadas por los faros del coche. “No se te ocurra hacerlo de nuevo”, le dije a Jaime, que con sorna me contestó: “Vamos, Juan, no seas cobarde, tampoco te enfades; ¡era una broma!”. No llevábamos más de tres cuartos de hora juntos y ya amenazaba con colmar mi paciencia. Habían sido sólo unos segundos, unos instantes, de conducir a oscuras pero habían bastado para ponerme de los nervios. “¿Es que no ves que no hay nadie? Vamos solos, Juan, no hay peligro”, insistió. Por mi parte, suspiré y miré el paisaje nocturno al otro lado de la ventanilla. Cuando Jaime se comportaba así resultaba mejor ignorarle. Esperaba no arrepentirme de haberle pedido que me acompañase a Sevilla. Necesitaría algo de ayuda en los estudios Caracol, lugar donde, según había descubierto en “El Cortijo”, fue mezclada la canción compuesta por Elston Gunn y Tom Waits. Precisaría de apoyo y tampoco podía abusar otra vez del bueno de Ale. Además, Jaime y yo teníamos asuntos pendientes, temas que imaginé seríamos capaces de resolver amistosamente… No fue así.

viernes, 4 de abril de 2014

Profecías


Miércoles, 12 de marzo
Anoche me quedé hasta las tantas leyendo cuentos de Gabriel Suárez. Me sentía incapaz de separar los ojos de su ‘Libro de las raíces’. Fascinante el talento del uruguayo para narrar y el uso que hace de los adjetivos, también las imágenes que crea y las situaciones de las que habla en sus relatos. Me gustaría escribir las palabras que él ha escrito. Mientras leo sus cuentos siento que son historias que él arrancó de mi cabeza antes de que yo las pudiese pensar... Me entra la duda: ¿Qué diría del libro si no me lo hubiese recomendado Sara? Es más, ¿Sin haber recibido su inesperado mensaje me habría puesto a leerlo de un día para otro? No lo tengo claro. Lo que sí tengo son unas ganas locas de terminar hoy en la oficina y volver a casa. Esta noche, después de echar el teléfono a María, continuaré leyendo.

miércoles, 2 de abril de 2014

Sombras



Cuando me hables y tu voz suene a desconocida, cuando me mires y no te reconozca, cuando tengas que recordarme las cosas que ya olvidé, y también cuando te presentes ante mí cada nueva mañana y debas repetirme tu nombre y el mío, y entonces sepas que la vida que viví contigo y fui difuminando hasta volverla sueño ahora se ha convertido en el apagado destello de la última estrella fugaz, aun en ese momento, cuando el tiempo se derrame sobre nosotros, seguirás siendo tú y bastará con eso.