domingo, 28 de diciembre de 2014

Amarillo


Encendido el luminoso es de un amarillo vivo, intenso, como las farolas que alumbraban cada tarde nuestro deambular. A ella le encantaba pasear y a mí acompañarla. Caminar es desprenderse, me decía con la mirada perdida en el mar de terrazas y escaparates, desprenderse y dejarse atrás, volverse ligera. Salvo excepciones, el recorrido y los días de la semana no variaban: lunes, jueves y viernes, ida y vuelta a lo largo de la extensísima avenida que vertebra la ciudad. Ella nunca se quejaba del ruido ni del humo negro de los automóviles, ése que a mí me hacía toser y esconder nariz y boca detrás de una mullida bufanda. Durante estos paseos hablaba sin parar. Así me contaba qué libro leía en esos momentos y cuál pensaba leer luego o qué novela le habían recomendado pero resultaba imposible encontrarla. Su otra pasión asomaba cada tarde cuando pasábamos por delante de la panadería del luminoso amarillo. Entonces ella franqueaba la puerta sonriente y, tras saludar al dependiente, repasaba cada pastel del mostrador con ojos muy atentos. ¿No lo hueles? Me encanta este aroma. Y yo no olía nada por más que me esforzaba. A su lado, la observaba inclinarse con mimo sobre el cristal y decidir, o intentarlo, entre un dulce y otro, y la posición que adoptaba su cuerpo liberaba la melena que siempre llevaba recogida bajo el cuello de su abrigo, dejándome por momentos embobado al verla caer libre hasta mitad de espalda. Y luego salíamos fuera y sentados en un banco dábamos cuenta de la porción que ella había elegido mientras esperábamos a que el luminoso se encendiese con su puntualidad de siempre. Cuando retomábamos la marcha ya era de noche y la conversación adquiría largas pausas, por alguna razón se volvía más lenta conforme nos retirábamos del haz de luz amarillo. La acompañé por última vez sin saber que se trataba de nuestra despedida. Ojalá fuese todo tan sencillo como caminar, dijo antes de darme un beso y subir a casa. Desde el portal vi cómo cubría el primer tramo de escaleras. Un paso tras otro, un paso tras otro, repetí a voces cuando no oía más que el eco de sus tacones, pero no obtuve contestación. Durante largo tiempo recordé estos paseos, con lujo de detalles reviví cada uno de ellos, en especial el último, hasta que un día la memoria comenzó a difuminarlos. Y de pronto toda ella fue diluyéndose, haciéndose invisible, y una noche comprendí que ni tan siquiera recordaba su mirada; tan sólo me quedaron aquellas pocas palabras y vivencias que hace años puse por escrito. Hacía mucho que no pensaba en nada de esto, pero anoche sonó a última hora el teléfono y el pasado se tornó presente. Y esta tarde la espero junto a la panadería, sentado en nuestro banco. Ya no vive donde solía, así que acordamos vernos aquí. Ahora pasan unos segundos de las siete y cuarto. Cierro los ojos aunque no consigo verla. Únicamente me vienen a la memoria los cientos de libros que he leído desde entonces. Pienso que de tanto caminar he terminado desprendiéndome, dejándome atrás, y durante unos segundos esta idea me hace sentir mejor, ligero. La bufanda me rodea el cuello. Ella llega pocos minutos después. Ya es de noche cuando nos abrazamos y el luminoso encendido conserva su vivo e intenso color amarillo.

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domingo, 21 de diciembre de 2014

El último entre los últimos shows sobre la Tierra


Crónica del concierto de Enrique Bunbury en Madrid / ‘Palosanto Tour’

De riguroso negro y portando gafas de espejo, surgido del cegador rayo lumínico de un platillo volante, Enrique Bunbury aterrizó anoche en Madrid para firmar el último concierto de la gira Palosanto, exitoso tour con el que ha recorrido España y Latinoamérica durante 2014. Era palpable el aroma a despedida en los minutos previos a la actuación de ayer, y es que en fechas recientes el cantante zaragozano ha hecho pública su intención de no subirse a los a los escenarios en 2015 para dedicarse a proyectos diversos. De modo que el numeroso público congregado en el Palacio de Deportes de la capital se entregó con devoción a su ídolo desde el primer momento, dispuestos los seguidores de el extranjero a disfrutar de una inolvidable velada antes de la prolongada ausencia.

martes, 16 de diciembre de 2014

Crítica de cine: 'St. Vincent'


St. Vincent: cuando Bill Murray llama a las puertas del cielo

“Nunca harás de mí un santo”, se jactaban con descaro Sus Satánicas Majestades, los Rolling Stones, en un tema de su álbum Bridges to Babylon. Bill Murray tampoco parece llamado a seguir un camino de santidad. Su cinismo, visceralidad y ácido sentido del humor, así como su rostro inexpresivo, esas características que lo han vuelto inigualable (véase en Youtube el discurso de aceptación del Globo de Oro en enero de 2004, ¡portentoso!), alejan al legendario actor (Ed Wood, Lost in translation, Los Cazafantasmas y casi todo lo que ha rodado Wes Anderson) de esas puertas del cielo que describió Bob Dylan para el cine de Sam Peckinpah (Pat Garrett y Billy The Kid).

Navegando a las órdenes de Conrad


Conrad escribió El corazón de las tinieblas y no habría necesidad de decir más. ¿Pero quién fue Joseph Conrad? Según el párrafo introductorio que le dedica Wikipedia, Conrad fue un novelista polaco (aunque Berdyczów pertenece actualmente a Ucrania) que “adoptó el inglés como lengua literaria, cuya obra explora la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano; se le considera una de las grandes figuras de la Literatura Universal”. Sin embargo, esta información me parece del todo insuficiente, por lo que recurro (y cito) a las Vidas escritas de Javier Marías (auténtico artífice de este Polisemias, sólo reproduzco sus líneas) para indagar en las andanzas y el carácter de un viejo lobo marino que pasó sus últimos treinta años en tierra firme, llevando una existencia la mar de sedentaria.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Bufandas para el invierno (relato)


No se llamaba Leonor, aunque se aparecía en mis sueños cada noche y me dedicaba las más dulces palabras. Y esa madrugada de invierno, arropado por la sábana y varias mantas, a punto ya de caer dormido, ella comenzó a hacerse visible frente a mis ojos cerrados: vestía de amarillo, rostro cincelado en seda. Sabía lo primero que dirían sus labios pero de igual forma me coloqué a su vera, vi que con una mano se cogía la otra, para disfrutar de aquella encantadora voz: Zzzzzzzzzzzz. Un zumbido; había proferido un zumbido y, cuando aún no había salido de mi extrañamiento, ella lo repitió y esta segunda vez el sonido fue más largo: Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

martes, 2 de diciembre de 2014

Crítica de cine: 'Trash'


TRASH-tadas de unos zagales bienintencionados

Me preocupaba que el tornado de la víspera, esa violenta tromba marina que sacudió Málaga la mañana del jueves, hubiese lanzado por los aires las 18 salas de cine. De modo que pregunté asustado a la robótica taquillera: “¿Dos para Trash?”. Ella desencajó la quijada como Al Pacino en Tarde de Perros o como el mismo Pacino en Glengarry Glen Ross y confieso que su exagerada gestualidad no me brindó calma.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Distracciones fotográficas (relato)


Se encuentra en el acto de lanzamiento de su primera novela y las cosas no podrían irle mejor. Acaban de presentarle a una prometedora fotógrafa y juraría que se ha enamorado. La librería rebosa público y todo lo que oye son aplausos, vítores y halagos para él y su obra. Entonces uno de los asistentes abandona su butaca y lo descalifica a gritos: Falso, copión, puto sinvergüenza; robaste mi historia. La acusación de plagio dispara la tensión entre el respetable.