martes, 28 de abril de 2015

Un adiós

Tuvo mala suerte y peores libros. Aquella noche ninguna frase distrajo sus ojos ya fantasmas. Esquivos al consuelo. Por eso durmió con palabras distintas. Muchas jamás leídas ni escritas. Sordas y ciegas. Mientras que otras parecieron palabras arrepentidas o pronunciadas a deshoras. Imagino que esa madrugada cada sueño intermitente fue un recuerdo cansado de recordarse. Duermevela hipnótica hasta que una última vuelta sobre la almohada nubló su corazón de arena. Entonces quiso escapar corriendo. Pero no encontró camino. Y qué gesto tan revelador: mesarse el pelo una y mil veces. Algo me dice que intuyó la escapatoria mirando su tiempo a contraluz. Igual que quien contempla una ilusión perdida. Sé que en ese momento tuvo miedo y mala suerte. Como en el peor de los libros, dudó si llamar. Me hubiera gustado oír su voz. Sin embargo, el periódico desvela que prefirió sumergirse en la bañera. A escribir su desenlace. 

sábado, 25 de abril de 2015

Donde no vivimos


Donde no vivimos queda entre tu casa y la mía. A sólo un tabique de distancia. Anoche vi que te acurrucabas contra la pared para escuchar a nuestros vecinos. Luego me preguntaste por qué no somos igual de felices. Disfrazado de gato, esta mañana he surcado la cornisa con ojos de espía. Porque se nos parecen tanto. Demasiado. Allí donde no vivimos eres rubia. Y yo no necesito gafas para saberlo. Y tenemos dos niñas, María y Sara, y un niño, el pequeño Javier. Me gusta cómo ríes donde no vivimos.

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Fotografía: Bob Dylan & Suze Rotolo, Nueva York. 
Publicado en el periódico La voz de hoy

lunes, 20 de abril de 2015

Flores amarillas


Me he quedado dormido esperando junto al teléfono. Por eso cuando suena, contesto enseguida. “Esto es un sueño”, anuncias. Y también dices: “Reúnete conmigo en pasaje Gordón, número 6. Una pequeña puerta de madera muy cerca del jardín vertical”. Cuelgo para poder vestirme. O, con las prisas, quizá lo pienso al revés. Entonces cojo la línea 33, más rápida que el autobús 34, pero todos los semáforos me saludan pintados de rojo. En el centro paro a comprar flores amarillas. Las coloco en una esquina del portal. Me siento en la otra a esperarte. El ramo pronto desespera y marchita. Igual que uno nunca elige con quién sueña. 

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sábado, 18 de abril de 2015

Justicia divina


Bajo un cielo de pésame, opinas que es injusto. Me gustaría no comprenderte. Y crees que lloverá muy pronto. Pero me dejé el paraguas olvidado en tu casa. Así que doy un sorbo a mi cerveza de posibilidades. Huele a tormenta. Sabe amarga. Como si todas nuestras opciones hubiesen caducado con el último trueno. “No consigo ver la playa”, yo tampoco. Otro relámpago fotografía tu belleza. Cuando nos volvamos a encontrar, hará mejor tiempo. Aunque a mí ya me habrá partido en dos el próximo rayo. Justicia divina. 

martes, 14 de abril de 2015

Sin sueños


Como Al Pacino en la película Insomnia hace noches que no duermo. Al actor de Brooklyn le cegaba esa luz del Norte que yo he perdido. Sin esperanzas habito un mundo privado de sueños. Pesadilla de la que tampoco sé despertar. Antes contaba ovejas. Me ilusionaba contar cientos de ellas. También anotaba cada vuelta que daba sobre la cama. Era espectador del mundo a través del fluorescente reloj digital: minuto 21 de tal hora, minuto 22, el 23, 24… Convertido en oyente de una radio celestial. Recuerdo cómo deseaba que el arrullo de esas voces habituales lograse calmar y, de esta forma, conjurar mi descanso de borrego. Pero días atrás derramé el último sorbo de fe. Ni tan siquiera se me ha brindado una duermevela incómoda de la que emerger luego sudoroso, angustiado, con la mano palpando un corazón por instantes detenido. Sólo se me permite fantasear que duermo. Por eso paseo mi insomnio de un extremo a otro de la casa. Ruta lenta sobre un raíl creado a base de repeticiones. El perro siempre me acompaña, como una sombra peluda. Es el único dispuesto a compartir mi carga. Y damos giros y giros al salón, al pasillo, a la cocina. Nos paramos con dedicación a contemplar las mismas fotografías. A recordar las imágenes de una vida. Somos la cofradía con el recorrido procesional más corto. Y la más triste. Cuando desespero, ocupo el sillón y la bestia me observa con ganas de rebelarse. Ya llevamos varias noches que en pijama deambulamos por las calles. Así he conocido a otros que tampoco pueden dormir. Los sin sueños, se hacen llamar. Se reúnen alrededor de los bancos del parque a horas intempestivas. También en algunos bares escondidos del centro. Incluso junto al dique cuando sube la marea. Son lobos que cantan sus lamentos y llenan de rabia la oscuridad. Que arrastran vigilias interminables y odios antiguos hacia el rebaño. Dicen ser fantasmas anticipados. Los olvidados por el descanso, apunta el cabecilla. Ayer finalmente me propuso formar parte del nuevo ejército. A cambio únicamente demanda mi lealtad y sacrificio. “Has de estar dispuesto a todo”, fueron sus palabras. Y tiene razón: nadie debería existir sin sueños. Merecemos otra cosa. Oigo rumores de que pronto atacaremos. Ocurrirá mientras dormís.

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domingo, 12 de abril de 2015

Al teléfono


Me acuerdo mucho de ella. De nuestro tiempo en Madrid. ¿Cómo le irá ahora? ¿Dónde estará? Todavía conservo apuntado el teléfono. Pero no sé si aún marca el número de su casa. A veces pulso todas las cifras menos una y me quedo esperando. ¿Qué pensará? Pienso con frecuencia. Nunca te he contado que una noche fue ella quien llamó. No dijo nada, pero reconocí su silencio al otro lado de la línea. Imposté la voz antes de mentir: En estos momentos me encuentro fuera, deja tu mensaje después de la señal. Y colgué.”

sábado, 11 de abril de 2015

Cuando nos queramos


Cuando nos queramos dar cuenta, quizá sea demasiado tarde. Me asusta que cuando nos queramos sentar al banquete tenga sabor a postre. Y que, cuando nos queramos interpretar el uno al otro, no queden más funciones, focos ni estrellas. Tan sólo melodrama. Porque cuando nos queramos maquillar de mañana, a lo mejor únicamente sabemos pintar el ayer. Y cuando nos queramos buscar sobre los mapas, tal vez ya no me encuentre en ningún sitio. Ovillado dentro de tu laberinto. Cuando nos queramos sorprender, temo que sintamos cansancio de tanto asombro. Aunque hoy todavía me gusta que, pese a nosotros, no abandonemos. Somos ilusiones. Esperanzas de un tiempo cuando nos queramos. 

Fotografía: Keith Richards & Patti Hansen

domingo, 5 de abril de 2015

Barcos de papel


Se me olvidan por la mañana, cuando a primera hora los párpados pesan tanto como el recuerdo de la última pesadilla. Igual que se me olvidan antes de caer dormido, mientras la noche y sus vueltas en la cama van dibujando lienzos donde soñar. También se me olvidan yendo en bicicleta por avenidas y callejas. A veces incluso se me olvidan en la oficina. Entonces imagino que suena el teléfono. Al rato termino llamando y te digo de vernos. Todo con tal de recordar qué palabras leí escritas en tus ojos. Pequeños barcos de papel surcando el iris.

Cuento publicado en el periódico online 'La voz de hoy'