martes, 28 de abril de 2015

Un adiós

Tuvo mala suerte y peores libros. Aquella noche ninguna frase distrajo sus ojos ya fantasmas. Esquivos al consuelo. Por eso durmió con palabras distintas. Muchas jamás leídas ni escritas. Sordas y ciegas. Mientras que otras parecieron palabras arrepentidas o pronunciadas a deshoras. Imagino que esa madrugada cada sueño intermitente fue un recuerdo cansado de recordarse. Duermevela hipnótica hasta que una última vuelta sobre la almohada nubló su corazón de arena. Entonces quiso escapar corriendo. Pero no encontró camino. Y qué gesto tan revelador: mesarse el pelo una y mil veces. Algo me dice que intuyó la escapatoria mirando su tiempo a contraluz. Igual que quien contempla una ilusión perdida. Sé que en ese momento tuvo miedo y mala suerte. Como en el peor de los libros, dudó si llamar. Me hubiera gustado oír su voz. Sin embargo, el periódico desvela que prefirió sumergirse en la bañera. A escribir su desenlace.