miércoles, 1 de julio de 2015

'Sopa de letras' (relato)


D quiere casarse con E. Pero D nunca encuentra el momento ni las palabras adecuadas para proponerlo. Aunque cada tarde D y E bajan cogidos de la mano a la playa, y D se siente morir cuando ve a E tan ladeada sobre su toalla, tan envuelta por los últimos rayos de sol, convertida en el más hermoso de los lienzos. Pero entonces la lengua de D siempre se traba, volviendo sus palabras inciertas. O tal vez son ciertas. Aunque sólo durante un instante, antes de pronunciarlas. Y un día llueve pese a ser verano y D y E no quedan. Realmente lo decide E. De modo que D también tiene que tomar su decisión: bajar al centro en autobús o bicicleta. Acaba yendo a pie. D busca una novela que su buen amigo S le ha recomendado encarecidamente. No sabe que A trabaja en la pequeña librería de segunda mano y libros de ocasión ubicada en calle M. A es bella como un recuerdo, piensa D. A habla muy dulce. También muy bajito. A parece no querer causar jamás molestia. Ni tan siquiera al aire que la envuelve. Por supuesto, A no molesta a D sino que le supone una gran ayuda. D encuentra la novela y un primer atisbo de amor. Y no puede decirse que el mal tiempo veraniego dure. Como tampoco puede afirmarse, sin faltar a la verdad, que D ya no quiera casarse con E. Aunque en D ha despertado el anhelo de desposarse con A. S opina que su amigo ha enloquecido. Y D actúa cómo únicamente actuaría un loco. O un genio. Porque D sale con E y A a la vez. Por tanto, D empieza a alternar las tardes en la playa con los cafés literarios, las noches de terraza con los estrenos teatrales. Es cuestión de tiempo que D, E y A terminen coincidiendo. Ya ha acabado el verano cuando sucede. D sale de una tienda con A cogida de la mano. Cuando allí que aparece E como llovida del cielo. Además, E camina asida del brazo de O, un despeinado periodista con fama de pagado de sí mismo, auténtico adicto a perorar sin pausa acerca de las grandezas de su blog. D escapa con tino del descorazonador encontronazo. Claro que D no concibe, ni tan siquiera imagina, lo imposible. ¿Quién podría adivinar algo así? Y es que E y A se han gustado. Y una y otra deciden un día verse a solas esa misma noche. Y la siguiente repiten. Y de pronto se dicen te quiero. Y al final se casan. Porque ellas sí encontraron el momento y las palabras adecuadas. D es testigo en la boda. Igual que R, que tiene unos ojos enormes. Capaces de constelar un corazón propenso a sofocos. R ha oído que D es un cabrón. Pero en la firma, visto así de frente, al otro lado de las contrayentes, R lo juzga simpático. Incluso interesante. Y durante la posterior celebración, en un bar cercano a la playa, D saca a bailar a R para que todo pueda empezar de nuevo. 

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*Una las letras para resolver la sopa.