El
pueblo era una rayuela de casitas blancas. Allí se conocieron,
jugando en sus calles. También cerca del viejo cauce, donde se
besaron por primera vez. Y en la plaza mayor, que presenció su
primer baile, guapísima ella con su vestido coral, muy elegante él
de chaqueta y corbata azul. El bar de Matías acogió las primeras
borracheras. Crecieron felices: el uno con el otro y casi sin querer.
Pero llegó un día en que no coincidieron. De repente dejaron de
encontrarse en cada esquina. Olvidaron la rayuela. Los niños se
habían hecho mayores.
----------------
Fotografia: Pablo Moreno
Cuento: Fernando García de la Cruz