lunes, 23 de noviembre de 2015

Noviembre en Madrid

Estos días Madrid es un cubito de hielo sobre el que floto a la deriva. Unas veces, de Pacífico a Mar de Cristal. Otras, desde Buenos Aires hasta Islas Filipinas. Las frías corrientes subterráneas me arrastran donde quieren: Laguna, Lago, Canal, Ríos Rosas. Muchas noches desemboco muy cerca de Cuzco, donde en ascensor asciendo al séptimo cielo. Allí, una sonrisa sin nubes incendia el recibidor en penumbra. Y me derrite, siempre me derrito, igual que un cubito de hielo en Sol. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

lavARTE

Gastón apenas si gasta. Con buen ojo, vive en su lavandería de calle Buenavista, en pleno corazón del barrio madrileño de Lavapiés. Diariamente allí pinta una bella paradoja: durante la mañana y parte de la tarde, Gastón limpia y centrifuga todas las manchas de ayer, tanto las tuyas (si con tu bolsa de ropa sucia bajo el brazo te animas a visitarlo) y las mías (yo frecuento su establecimiento a menudo) como las suyas, porque Gastón es lavandero pero también pintor abstracto, dedicación ésta última obligada a mancharse. De modo que cada noche, cuando las grises lavadoras industriales duermen con sus párpados de cristal abiertos, Gastón despliega unos paneles de madera ya muy gastados y con sus dedos, palmas de las manos y a veces hasta usando los codos se afana en crear colores y mundos irremediablemente irrepetibles. “Y es que acá no hay dos cuadros iguales, Fernando”, me repite siempre él. Gastón es chileno. Le encanta conversar. A mí me encanta oírle hablar de sus lienzos. Tengo predilección por uno de ellos. Se titula Deshielo. Es muy grande. Está colgado sobre una hilera de centinelas del lavado que parecen custodiarlo igual que guardas de museo. Gastón promete que es Chile lo que encierra ese paisaje, pero yo pienso que se trata de Andalucía. En concreto, me recuerda al mar de Málaga. Quizá por eso no hay vez que no me quede embobado repasando sus contornos mientras escucho cómo la secadora termina de arrullar mi ropa. La primera ocasión que entré en su lavandería-taller, Gastón me contó que hace años expuso en Córdoba. “En un palacio muy grande”, y añadió, “yo no fui pero sí varios de estos lienzos, y vi fotos de todo aquello”. Ya esa misma mañana nos llamamos amigo el uno al otro. Me acuerdo que compartimos una cerveza de las que guarda escondidas en la trastienda, aunque con el tiempo he ido descubriendo que la predilección de Gastón es el tinto. Luego recogí mi ropa en un cesto amarillo. La fui doblando con mucho cuidado. Olía a limpio. Por un rato me sentí de vuelta en casa. “El secreto, es algo que sólo confieso a los clientes habituales, está en echar siempre un poquito de suavizante de más”, me explicó Gastón con una sonrisa de oreja a oreja. Y yo le di las gracias. 


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Imagen: Gastón Covarrubias, junto a varios de sus muchos lienzos. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

Ciudad Ferrocarril

En mi ciudad hay una calle del Ferrocarril. Allí puede visitarse el museo del Tren. Yo vivo muy cerca. Curiosamente todos los establecimientos de la zona parecen tomados de un cruce de vías. Se llaman bar El andén, ultramarinos Quinto vagón, lavandería Catenaria o salón de juegos Vapor. Algunas mañanas veo montañas de humo negro construir el cielo. Siempre me hacen pensar en fuego. Imagino envuelto en llamas uno o varios comercios del barrio. Los vecinos niegan al tiempo que sonríen y tratan de calmarme. Es sólo la locomotora, repiten. Ya está entrando en la estación. Muy pronto escaparemos de mi ciudad. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Microrrelato por viaje: Estepona

En el jardín de casa hay una flor de tacto áspero, sin aroma ni color. Tiene espinas afiladas como papel. Sus hojas son de periódico y los pétalos, negra tinta. El interior de su corola esconde la fotografía de otra flor. 

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Fotografía: Pablo Moreno
Cuento: Fernando García de la Cruz

lunes, 9 de noviembre de 2015

Caminante de palabras (#2): Estepona

Pablo Moreno, autor de Caminante de palabras, escribe sobre el municipio malagueño de Estepona para el blog: 

"Una de las grandes dudas que te surgen cuando visitas Estepona es quién riega todas las macetas que engalanan las calles del centro. Existe un sinfín de maceteros de todos los colores y lunares y uno piensa que debe ser una tarea titánica preocuparse por cada una de las plantas. Supongo que deben contar con la ayuda de los vecinos. Por continuar con el líquido puro, la cascada artificial del Orquidario es un lugar digno para probar el "efecto seda" en fotografía. Aunque, tal y como me comentó una visitante, ella prefiere las cataratas del Niágara que había visitado recientemente. Puede que tenga razón, pero de lo que no hay duda es de que un caudal de esas características podría dejar las cúpulas del Orquidario relucientes. Por cierto, el restaurante Vitín de la Plaza de las Flores es un buen lugar para dar un alto por su excelente relación calidad-precio y la amabilidad de sus camareros."

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Fotografía y texto, por Pablo Moreno