miércoles, 23 de marzo de 2016

Rayos

Como en la primera frase de Galveston, me tomaron una foto del pecho. Siendo muy preciso, de tórax y abdomen; eso decía la autorización médica. Debajo, en grande, volví a leer: URGENTE. Sin prisa, posé de espaldas. “También de perfil”, me ordenaron enseguida. Aquella sala color gris, tan aséptica, me erizó todo el miedo. “Vístete y sal”. Afuera, en el pasillo vacío, no supe si sentarme. Supersticioso, decidí esperar de pie. Y cerré los ojos o se me cerraron antes de escuchar mi nombre. La enfermera caminaba con salud de hierro. Sostenía junto a su pecho la fotografía del mío. Hoy el futuro nos llega revelado.