lunes, 20 de marzo de 2017

S.E.R.(de tu ciudad)

"Contempla toda la luna nueva. En su superficie, por fin encuentra el blanco que busca. Es perfecto. Anota las coordenadas. También la hora. El dedo ya se le dispara. Explota de puro entusiasmo. No hay duda, al hombre del S.E.R. le encanta multarte."

domingo, 12 de marzo de 2017

Hasta mañana

Sara sube al 27 en Rubén Darío y ya se baja, de la mano de Botero. No tenemos mucho tiempo. Apenas tres paradas y dos semáforos esculpidos todo al rojo. Como el jersey que viste Sara esta mañana que le cedo ventana para ver qué ve por encima de sus grandes ojeras de ojos grandes, aún casi dormidos. “¿Mala noche?” “Pero peor día”. Y como cada día, de lunes a viernes, sonreímos hasta que, no sé... De repente, las piernas quieren rozarse y los pies, tan sólo escapar. Es la próxima, anuncia el autobús. Bajo el sol de marzo, Botero que nos saluda. Y nos despedimos: hasta mañana.

mano-botero

jueves, 9 de marzo de 2017

Papel mojado

20 años después y Los tres mosqueteros uno junto al otro, lomo con lomo, sobre la cisterna del váter. En el lavabo, Robinson Crusoe, El Aleph de Borges y un poco de espuma de Moby Dick. Lolita dentro de un cajón para cremas. En el de al lado, donde el secador, Piglia. Mi Estrella distante, justo entre el hueco chileno que trazan dos toallas amarillas. Y también muy cerca, Corazón tan blanco, Drácula, la obra completa de Conan Doyle, una segunda parte del Quijote y hasta Rayuela, en varias ediciones. Porque Brenda guarda en el baño sus libros. Todos ellos. Ahí tiene su biblioteca, me cuenta orgullosa. Precisamente ahí, sigue diciéndome, mientras se peina, se lava los dientes, la cara, maquilla o desmaquilla, o incluso cuando hace lo que tan sólo se hace en el baño, y veo como ahora me guiña, en esos momentos Brenda siempre recurre a su biblioteca: mira sus libros, piensa en ellos, les acaricia el lomo, hasta que finalmente (inevitable, confiesa) vuelve a leerlos. Una lectura fragmentada la de Brenda, miope, como sin aclarar todavía. Al final, las páginas se acaban doblando, cuando no empapando, a causa de la humedad y la tinta coge color invisible. Por eso, a veces, Brenda recita frases que ya no están en ninguna página. Y, de repente, el pelo rebozado entero en champú, se acuerda de Philip Roth y su Goodbye, Columbus “con los ojos acuosos, aunque no por el agua”, que el desagüe ya ha borrado.